Rey sombra

Rey sombra

martes, 8 de mayo de 2007

El deslíz.

La noche es onírica, se deja caer lentamente sobre mis hombros como si fuese miel. Siento el leve frescor, mis poros se abren ante una suave brisa. Hoy he vuelto a mirar el cielo, tal y como lo hice hace meses, pero esta vez solo. Los recuerdos se han lanzado sobre mí, pero lo que veía ha ganado y mis demonios se han ido. He saboreado el humo de la tranquilidad, dejado que recorra mi boca su sabor. Es en estos momentos en los que todo y nada te importa en los momentos en los que empezamos a deslizarnos. El deslíz no es un acto en sí, es una actitud. Somos nosotros quienes nos debemos sentir deslizar. Cuando el viento sopla a favor es más fácil sentir el deslíz, somos más propicios a ello. En cambio, si somos nosotros quienes nos olvidamos de que lo importante es aprender y saborear cada momento, pues todo lo que nos ocurra será aquello que nos merezcamos y de esta forma debemos actuar de frente a las cosas. El deslíz es el movimiento perfecto. El rozamiento es menor por lo tanto puede desplazarse sobre la superficie sin fuerza alguna. Esta imagen es perfecta para entender que sea cual sea el terreno debemos intentar deslizarnos sobre él, asumiendo las circunstancias y buscando y diferenciando lo positivo de lo negativo, intentando evitar esto último para no caer en el error de condenar el deslíz, creer que todo es una mierda y hundirnos en nuestros pensamientos. El orden del cosmos me ha ayudado a ver que no somos nada y como nada debemos actuar. Somos un pequeño ser que tiene frente a sus narices todo el universo, que no empieza más que en uno mismo, y aún así somos algo insignificante. Esto me tranquiliza por que llego a la conclusión de que las cosas tienen un por qué y es el que yo le quiera dar.

Esta noche tras una leve reducción de la velocidad del deslíz, que ha provocado en mí aburrimiento, y pesadez, el movimiento a vuelto a ser constante, a estar acorde con el mundo.

Hoy vuelvo a deslizarme

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