Rey sombra

Rey sombra

jueves, 15 de abril de 2010

Nerviosamente tranquilo.

Se abre el sol en la mañana. Breves destellos entran en el cuarto. Un cigarro llena de humo la habitación. Baila con la música. Yo paseo de un lado a otro, tranquilo. El aroma a café llena mis fosas. Me siento despierto, útil. Detrás de todo esto tiene que haber algo, algo que no puedo explicar. Tengo esta sensación que me oprime el pecho. Me dejo caer con ella en el sillón. Estiro mis piernas, así repartiré la presión por todo el cuerpo. Ahora una nube cubre el sol, la luz es gris, todo el cuarto se ha vuelto plateado y yo me sobrecojo en mi hueco. No comprendo estos cambios. Me vuelvo a levantar, busco la frescura de la luz de la cocina. Allí de pie pienso en la noche de ayer. No la recuerdo, no hice nada especial digno de recordar. Vuelvo al salón. El desorden me absorbe, no se donde parar. La música sigue sonando, me tranquiliza escucharla. Una calada y vuelvo a moverme. Estoy cansado ya de este paseo. Me siento, ahora, en la cama que hace de sofá. Es incómoda, no puedo apoyar mi espalda. Me dejo caer. Me duermo. Al despertar puedo oler con mayor intensidad el café. Me acerco a la cocina, me sirvo uno. Un cigarro complementa la excitación de la cafeína. La música se se vuelve más violenta. Por fin estoy tranquilo.

miércoles, 14 de abril de 2010

Punto

Carcomidos por el óxido de meses sin escribir, mis dedos, frágiles, huesos cubiertos de carne blanda, teclean perdidos sobre el ordenador. Una mirada, que sigue el cursor, incrédula ante lo que aparece tras este, cansada. No hay fluidez mental. No hay orden sintáctico. No hay mensaje nítido. El texto va decayendo. Buscando una salida entre puntos y comas. Cruzo las piernas, quizás así sea más fácil. Aunque el resultado no es del todo placentero. No necesito escribir nada, pero tengo una necesidad ardiente de sentarme aquí, y es escribir lo que hago cuando me siento aquí. Soy presa de mis costumbres. Realizo los mismo movimientos, salen de mi, como un autómata. Miro a través de la ventana. Nada. Unas nubes anaranjadas por la luz de los faroles se deja entre ver por las hoja del ficus. Una sube brisa lo mece. Esta casa necesita un poco de altura. Al igual que yo necesito más vida. Más. Quizás este sea el motivo por el que no me siento cómo ahora aquí, frente a la pantalla. Necesito tener motivos para escribir. Ni mi imaginación funciona. Ya no creo nada. No me interesa. Me parece absurdo. Me interesa más leer, aunque no lo haga. Quiero volver a disfrutar las mañanas. Ahora que hay sol no tiene que ser dificil. Quizás así rompa la rutina y vuelva a sentirme cómodo escribiendo.