Rey sombra

Rey sombra

martes, 26 de octubre de 2010

Habitación 214

Me he despertado en la cama de un hospital. Hacía sol fuera. Lo he visto entrar por la ventana de la habitación de enfrente. ¿cómo he llegado aquí? No recuerdo mucho de lo último que hice. Tampoco me encuentro dolorido. Simplemente me siento muy descansado y feliz. Quizás esté drogado, estos médicos hacen lo que sea por no escuchar a los pacientes. La verdad es que tengo suerte, mis compañeros de la habitación parecen comatosos y la televisión está apagada, por lo que puedo disfrutar de un silencio relativo. Me siento cómodo aquí, la cama ayuda al menos. Nadie viene a verme y ya empiezo a impacientarme. No tengo mucha noción del tiempo pero debo llevar aquí más o menos despierto, sin que aparezca nadie o pase alguien por el pasillo, al menos dos horas. La verdad, no entiendo de dónde sacaran esas imágenes de pasillos de hospital atestados de camillas y enfermos. Aquí no hay ni una sencilla enfermera cansada. O un celador que huye a fumar a la escalera de incendios, que presupongo al final de un pasillo que no he podido más que imaginar largo, inmaculado, con puertas numeradas a ambos lados y al fondo una puerta de escape para incendios. Quizás cruzaría en el centro con otro pasillo, quizás cambio de especialidad. En qué planta me encuentro... por el estado de mis compañeros de habitación no debe de ser muy grave... ¿o sí? Están dormidos profundamente, su respiración es invisible y rítmica. No se si están en coma o simplemente profundamente drogados. No hay maquinas conectadas a ellos, ni a mi. Una simple vía y un gotero es lo que nos acompaña a los tres, como si fuese gracias a eso por lo que vivimos. Dependemos de una bolsa de agua salada. El que está a mi derecha, a demás, tiene una bolsa colgada con un líquido amarillento y cobrizo a la vez. Orín de gran reserva. Me pregunto si yo tendré una. Miro a mi derecha e izquierda y veo la misma bolsa, con menos líquido, más brillante y amarillo que el de mi vecino. Deduzco que el tercer compañero también lo tendrá. ¿qué es lo que ocurre? ¿cuánto tiempo llevo aquí? ¿por qué no viene nadie a verme, por qué no pasa nadie por este pasillo que no paro de mirar? Deben haber pasado al menos ya tres horas, o cuatro. Me empieza a agobiar este silencio. No soporto la respiración arítmica de mis compañeros de habitación. De este cuadrado blanco sin más decoración que una triste televisión de monedas. La ventana que tengo a mi izquierda solo deja ver un frío muro de ladrillos cocidos. En la habitación de en frente solo veo los pies de la cama y una ventana que deja entrar el sol y algo de cielo azul. Las tres camas parecen ocupadas como en la mía. ¿pero es que aquí no hay visitas? Me siento agotado. Esto se ha convertido en una cárcel. Me intento levantar de la cama pero no puedo apenas levantar cuarenta grados la espalda. El cansancio es horrible. Debo estar muy deteriorado, ¿cuánto tiempo llevaré aquí? ¿qué me habrá ocurrido? No Puedo recordar nada... qué hice por última vez... Uff, voy a cerrar los ojos un segundo. Si descanso un poco quizás pueda recordar algo...



-¿Algún cambio en el pasillo de los que están en coma?



(deslízate)

miércoles, 20 de octubre de 2010

Buenas noches.

Y sólo me pregunto sí podré dormir contigo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Una chica.

Una chica espera junto a la torre de la iglesia. Parece despreocupada. El sol roza sus pies, pero no los calienta, no hace falta. Frente a ella una floristería comienza a montar su puesto en la calle. La Plaza ya está llena de vida. Coches pasan por las calles continuas. En los bares huele a café y tostadas. Algunos periódicos se amontonan sobre las esquinas de las barras. El frutero recibe con una broma al repartidor que trae naranjas, kiwis, aguacates, limones, platanos y uvas. Una nube pasa justo por la linterna mudejar de la torre. La chica ya no está.

domingo, 10 de octubre de 2010

sucesos

A veces llegan los momentos, las estaciones, ese gesto, y no somos capaces de aprovecharlos como es debido. No sabemos defendernos ante tales situaciones. Una vez llega el otoño nos apagamos. Este año no. Este año el otoño ha empezado cuando debía. Hay nubes que parecen pintadas en el cielo, para que pase rápido este día. Mi humo las nutre. Tranquilidad de un domingo que despertó con el sol, y durmió la siesta con un beso robado. Nunca terminaré de ver esa película. No en domingo al menos. Por delante dos días más...