Rey sombra

Rey sombra

miércoles, 13 de abril de 2011

Deambulatorio gótico.

Me quiero emborrachar. Tengo una botella de vino blanco, algunos cigarrillos, algo de hachis y marihuana. Me siento algo indignado por todo esto. Parece que he sido yo el único que ha salido perdiendo. Aquí todos siguen teniendo su vida. Todos menos yo... a no ser que esto fuese mi vida. Por eso no quería que la otra terminase. Porque siempre he estado solo, y así es como estoy ahora. El vino me gusta, es fresco, afrutado pero un poco seco. Lo noto en mi boca, se mezcla con mi saliva llenando cada rincón de sabor. Quiero que suba a mi cabeza y borre mucho de lo que hay en ella. O por lo menos que lo bañe con su sabor y recuperar todo el bienestar que tenía antes... antes. Recuerdo que en esos días volví a ser feliz. Sabía que para serlo no debía importar el pasado. Que no fuese necesario recordar lo que hemos hecho para hacer cosas nuevas. Ahora estoy encerrado en los últimos meses. En esas sensaciones. En esos momentos que ya no volverán y que ahora son recuerdos, pero con una carga negativa increíble. Me gustaría dejar de pensar en ella, que desapareciera para volver convertida en un cálido recuerdo. Esto a veces sucede. Se presenta ante mí como un recuerdo suave. Lo acompaña una tarde cálida pero a la vez fresca. Como esas que vivimos. Espero poder dibujarlas algún día. Y que dejen de parecer tan grises. Quiero que seas un poco infeliz. Recibir mi parte de lo bueno... de eso que he perdido. Que quizás no vuelva, o lo haga totalmente transformado con otro rostro, otra sombra. Pero aún sigues existiendo y no puedo evitar recurrir a ti. Buscarte. Desearía que todo esto no fuese así. Pero quiero olvidar. Quiero olvidar.

"Quiero vivir su cristalino olvido.
Ser para siempre, pero sin haber sido"

viernes, 1 de abril de 2011

La primavera se está esforzando en serlo, al menos en parecerlo. Está intentando demostrar que el invierno no ha parecido primavera. Que no ha sido eso, que ella ha llegado ahora y éste es su momento. Yo mientras la estoy observando. No me dejo impresionar. Algunos atardeceres están siendo especialmente agradables. Pero eso no me convence. Las mañanas, por lo general, están siendo apacibles, cálidas. Y lo sé porque no tengo sueño suficiente como para disfrutarlas desde la cama. Ya no duermo. Lo único que se agradece a la hora de despertar es un silencio, aunque sea precisamente lo que más odio a la vez. Tras el cambio de hora es un poco más extraño, más raro, más difícil. El cielo es azul, como suele serlo. El aire se nota limpio, cargado de olores de los naranjos que acaban de florecer. Todo rebosa vida. Yo... yo me dejo deslizar, de esa forma tan vulgar que tiene alguien que no quiere sonreír en este ambiente. Llegar a casa, de todas formas, tampoco es la solución. Con ese pensamiento sigo... aunque no sé muy bien qué, ni a dónde...