Uno entre iguales.

Es raro ver como las cosas pasan sin nada más que aportar que su simple presencia. Nosotros nos empeñamos en conocernos plenamente, nos sentimos al mismo tiempo únicos, pero sabemos que no somos más que una masa inerte, una sociedad, una cultura. Todos tenemos la sensación de ser únicos, y algunos increiblemente desarrolladas. Es bueno ser uno entre todos los demás. Hoy me he sentido uno entre todos los demás, he hecho lo que alguien quería que hiciese. Qué más da si no sé quién es ese "alguien", Yo lo he hecho y me he sentido bien. Quizás ese alguien no fuese más que yo, que dentro de la igualdad me sentía único, diferente. Los griegos antiguos tenían ese concepto inculcado en su vida, todos eran uno, pero ese uno se diferenciaba de unos a otro. No eran lo mismo que un soldado matara a que lo hiciese un campesino, pero todos formaban una idea de ellos mismos. Todos se consideraban iguales, todos menos aquellos que los gobernaban, que los defendían o que siemplemente les alimentaban... los esclavos quedaban excluidos drásticamente. Por lo tanto, la igualdad de estos residia en sus diferencias. Todos somos especiales, deseamos serlo y eso nos hace serlo. Buscamos caminos diferentes a los que nuestros padres nos marcan a los que nos inculcan desde que eramos críos, queremos definirnos como únicos y esto es lo que más semejanza nos trae. Nos encontramos perdidos y buscamos la salida que no es otra que la entrada a la unanimidad... palabra que se explica con la palma de la mano. Todos deberíamos mirar a nuestro alrededor y ser conscientes de que nada es más probable en esta vida que encontrar un mundo diferente, complicado y confuso, pero que este mundo no es más que un reflejo de lo que nosotros mismo vivimos en nuestro interior. El orden del caos.

Deslízate.