Rey sombra

Rey sombra

lunes, 17 de noviembre de 2008

La ninfa heroína.

Vivía la joven ninfa en un gran río de alquitrán. Sus brazos creaban una red sofisticada, de esas que anuncian por la televisión con 20 megas y un router listo para usar. Era dueña y señora de todo el lugar. Un día la reconocieron como la más bella de todas las ninfas, capaz de vivir lejos de la naturaleza y de morar por los fastuosos imperios alquitranados de los hombres. En esta vida tan alagada por todos eran frecuentes las visitas que recibía la bella criatura. Junto a un peaje de la A-6, dirección Coruña. Le pertenecía un gran paraje que antaño fue morada de pastores que procedían de la meseta alta y cuidaban allí sus pastos. Allí acudían numerosos carros metálicos que, a la caída del sol, paraban y, como echizados por la belleza de la ninfa, comenzaban a mecerse lentamente hacia los lados. Se sabe que alguno de estos carros metálicos llegaba a alumbrar a la bella joven para mostrar más su hermosura en la noche. De todas las visitas que tenía esta peculiar ninfa la que más le gustaba era una reunión enorme de jóvenes que, de manera hedonista, danzaban por la zona a son de ruidos metálicos y mecánicos. A la Ninfa le parecía obra del mismísimo Baco, al que pudo distinguir un par de veces, pero este siempre parecía estar transportado a cientos de Kilómetros de allí. Era tal su embriaguez que, en una ocasión, agarró a la joven Ninfa besándola por todo su cuerpo. De uno de los bolsillos de su cazadora sacó una extraña bolsa. De su interior no se sabe apenas nada, simplemente que resplandecían expulsando miles de colores al reflejar las luces que habían instalado aquellos muchachos. Desde entonces la joven ninfa no paró de bailar. Creció en su interior un gran afecto por todos los que la rodeaban. Al amanecer las sombras creadas por los árboles más cercanos y la música hicieron que su danza remitiera a un suave contoneo con la cadera. Poco más tarde la ninfa supo gracias a Apolo, el cual le echó un polvo no hacía mucho, que lo que Baco le había dado era llamado por los hombres MD MDA, y que era invención suya. Por lo visto, habían creado algo llamado "drogas" que alteraban las sensaciones humanas. Esto interesó mucho a la ninfa. Ella siempre se había sentido agraciada, y mucho más después de saber que era la más bella de todas. Pero aquella noche en la que tomó esa pequeña dosis la hizo sentir más cerca de los dioses que de la tierra, y deseó fervientemente volver a probar. Desde ese momento Baco aparecía una vez a la semana, estuviesen allí o no los jóvenes danzantes. Su séquito de tigres le acompañaban y sus sátiros preparaban los mágicos brebajes. Uno de esos días Baco trajo una nueva droga, no tan nueva, pero sí para ella. Su nombre era heroína. A la ninfa le encantó el nombre de esta droga, pareciéndole digno de dioses. La forma de consumo no atrajo en demasía a la ninfa, pero era capaz de soportar cualquier dolor por experimentar placer. De ese modo, Baco, experto en estos temas, preparó un chute para la bella ninfa. Al sentir galopar la droga por su interior la ninfa comenzó a lanzar unos gemidos que llegaron hasta el río de alquitrán. Baco no pudo resistirlo y agarró a la joven y la penetró hasta la saciedad. A partir de entonces las visitas del Dios a la ninfa eran más habituales, llegando a ser de días seguidos. Cuando Proserpina volvió al mundo de los mortales los jóvenes fueron al pequeño rincón donde moraba la ninfa. Tras pasar varias horas de danzas y drogas los jóvenes comenzaron a extrañar la no presencia de la ninfa. Nadie contenía su danza pero todas las vistas la buscaban, pues la sentían. Por eso su no presencia, no su ausencia. En un tocón de árbol se la podía ver totalmente demacrada, con el pelo raído cayéndole por la frente, dejando ver unos pómulos huesudos, de los que ha desparecido el color. Su cara era iluminada por la luz de un mechero que calentaba un trozo de plata. La muchacha absorbía el humo rápidamente y miró directamente a la muchedumbre danzante. "Desde que la ninfa más bella se volvió heroinómana dejó de bailar" Se podía oír al amanecer. Y tras varios meses sin su presencia se pudo saber que habían cambiado su lugar de reunión. La joven ninfa murió de sobre dosis en su pequeño hogar, totalmente irreconocible. Con un Baco aún no saciado penetrándola incansablemente.

Deslízate.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ten cuidado cabrón. Pasatelo
bien, siempre.

Maria dijo...

David, soy Maria José. Me ha encantado el cuento, sigue haciendo entradas y deja de escuchar a Nacho Vegas, es fácil caer en su lado oscuro. Un beso, entra en mi blog vivirsiendomaria.blogspot.com