Rey sombra

Rey sombra

lunes, 30 de julio de 2012

Los lunes

Los lunes hay que creérselos, aunque cueste trabajo, pero debemos hacerlo. Las mañanas son difíciles, sobre todo si estás desocupado. Comienzan con la ilusión, o mejor dicho, el desconcierto, de saber que no tenemos nada que hacer. El café nos puede saber cómo el de los demás días, pero será este el primero que vaya acumulando cafeína en nuestro organismo, como si se tratara de la desembocadura de un río y sus sedimentos transportados por miles de kilómetros hasta allí. Ésta nos acompañará durante toda la semana, no nos dejará descansar por mucho que queramos. Nos hará sentirnos increíblemente activos. No obstante no sabremos qué hacer. Miraremos a nuestro alrededor y comenzarán a surgir preguntas que o no queremos responder, o no sabemos la respuesta. Son esos lunes los que nos demuestran que estamos vacíos. Vacíos que son difíciles de llenar, que antes podíamos, pero que ahora se muestran infinitos. Podemos recordar lo placentero que resultaba un paseo en estas mañanas. Bajar a un bar a probar una cerveza mientras el sol nos da suavemente. Dejar que pase el tiempo. Leer un periódico. Todo eso era antes. Ahora la mañana del lunes parece infinita, el día eterno y la noche... qué pasara por la noche.  Sólo en ese momento nos sentimos arropados. La contaminación lumínica hace que pocas estrellas se dejen ver, y el manto oscuro nos envuelve por completo. Aquí es fácil perderse, dejarse llevar, pensar en un nuevo día... pues esa es la salvación que presentan las noches: la oportunidad de imaginar un nuevo día.

Debo deslizarme.

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