Rey sombra

martes, 25 de marzo de 2008
sombra
domingo, 23 de marzo de 2008
Solo
sábado, 22 de marzo de 2008
frío
viernes, 21 de marzo de 2008
Gitano
martes, 18 de marzo de 2008
poemas
ALGUIEN
Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.
Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.
Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.
LAS CAUSAS
Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.
Unos quinientos años antes de la Era Cristiana escribió: Chuang-Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba que era un hombre.
Jorge Luis Borges.
lunes, 17 de marzo de 2008
Lunes santo

Hoy la primavera se notaba más... aunque aún no haya llegado. La mañana parecía más tranquila que de costumbre. Nadie paseaba por el descampado, nadie hablaba en la cafetería, nadie pensaba en nadie, y todo el mundo desaparecía. Las horas pasaban rápidas, empujadas por un viento algo alborotador. Con la llegada de una pequeñas nubes la tarde apareció ante mí, y por fin alguien. De repente, sin esperarlo, tenía una voz en mi cabeza, rebotando en mi cráneo como una pequeña mosca frente a una ventana cerrada. Eran tantas las ganas de retenerla en mi cabeza que he procurado llevar toda la tarde los cascos puestos, no dejarle salida posible. Mientras recordaba recordé que al anochecer hay que dejar salir todo lo que llevas en la cabeza, dejarlo... De este modo continué caminando, aunque no lo hubiese hecho en todo el día. De esta manera llegué hasta aquí, sentado frente a esta pantalla. Es el momento de mirar las estrellas, que como fieles compañeras, dan buena conversación a la luna. En unos minutos quizás alguien llamado Juan aparecerá en mi vida, traerá flores con pasión, aunque seguramente no sean para mí, pero las querrá compartir conmigo. Su voz con forma de ondas hertzianas traerán cálidas melodías de pop que harán que las estrellas enmudezcan. Será entonces cuando, sin esperarlo, volverás a aparecer en mi cabeza. Tu sonrisa por un momento será la única imagen que seré capaz de ver. Sólo la luna, celosa, hará que me olvide de ella durante unos segundos. Tras los cuales comenzaré a recordar el fuego de tu pelo, tu mirada penetrante, que descubre lo que pasa por mi cabeza a cada segundo, y se alegra al ver que es su reflejo lo único que deambula por ella. Yo, mientras, me envolveré en un cálido humo, que traerá tranquilidad y hará que los sueños parezcan más cercanos. Entonces, y sólo entonces, pensaré que puedo ir a dormir. Espero que esta noche vuelva a soñar con la luz.